A
las puertas de la Navidad y de Año Nuevo quisiera desearles un
nuevo tiempo. En ese
nuevo tiempo recordemos
con cariño a los que no están, siendo protagonistas silenciosos de
nuestras conversaciones, trayendo a nuestra memoria sus buenas
acciones, dedicación y entrega.
Abracemos a los presentes.
Animarles a seguir, reconociendo cuánto significan para nosotros.
Expresemos con palabras y con hechos nuestro afecto, nuestro cariño.
Hablemos del futuro, de nuestras vidas, de nuestros proyectos, de
nuestros anhelos.
Compartamos con nuestros
hijos, con nuestros padres, con nuestros mayores la alegría de la
vida. Recobremos juntos la confianza, la fe, las creencias, los
valores.
Reflexionemos y actuemos para
que el tiempo que viene por delante no sea un año repetido ni igual
al anterior, sino mejor. Fortalecidos en las debilidades y en las
luchas, enriquecidos en los valores, maduros en la educación,
solidarios en la construcción de nuestra sociedad.
Hagamos del nuevo tiempo, un
año de inversión. Construir el futuro requiere esfuerzo,
dedicación, motivación, entusiasmo, negación y entrega. Invertir
en las personas es la mejor formar de edificar hogares, construir
vidas sólidas y una sociedad saludable
Cuidemos a los pequeños para
asegurar su futuro. Escuchemos sus ingeniosas reflexiones libres de
complejos y temores. Contagiémonos de sus risas, sus sueños, su
admiración y entusiasmo por las cosas nuevas que aprenden.
Atendamos a los mayores.
Aprendamos de su humanidad, sabiduría y experiencia. Aprender de
ellos, es aprender de la vida. Libros abiertos a los ojos que les
observan. Sus rostros, lectura de sus penurias, pero también de sus
alegrías al contemplar que el esfuerzo de sus brazos y sus noches
en vela han dado fruto en la vida de sus congéneres.
Que este nuevo tiempo saludable
respire esperanza y desprenda el perfume de
la dignidad. Recuperemos
el verdadero sentido de la Navidad
y vivamos su significado durante todo el año.